Los que tuvimos a Manuel Fariñas Pérez como profesor, como colega de trabajo, como consejero, como amigo, aseguramos que dejó en nosotros una huella profunda. Hombre de gran fibra, nació el 5 de junio de 1944, en Barcelona. De padres gallegos, fundió en su ser la indulgencia y tesón del peregrino y migrante gallego, y la energía y la decisión catalanas. De gran vocación de servicio y convencido de que su camino estaba en la búsqueda de la justicia a través de la solidaridad y el amor al prójimo inspirados en el Evangelio, decidió entrar en el Instituto de las Escuelas Cristianas (más conocidos como Hermanos de La Salle).
De la mano del Hno. Felipe Palazón y seguro de que en Latinoamérica podía entregarse plenamente al servicio de los demás, llegó a Tarija , en 1976 para trabajar en el Colegio Antoniano. Inmediatamente, la comunidad tarijeña descubrió en él el carisma, el ánimo, el brío y la tenacidad que lo definen. Como profesor de religión y luego como director, pero sobre todo como amigo, enseñó que la lucha es diaria, sin cuartel, sin quiebres, sin temores, que lo último que se debe perder es la energía para ser mejores. Mejores para con nosotros mismos pero sobre todo mejores para con los demás, para entregarnos a ellos y para amarlos.
La pasión por ese único valor que es el ser humano en su relación con Dios lo llevó a concebir muchos proyectos. Fundó el colegio La Salle de Tarija, en 1984. Siempre pendiente de las necesidades de la juventud, aceptó, por primera vez en un colegio La Salle, a las primeras alumnas. La Casa de la Juventud nació como un anexo del Colegio donde los jóvenes pudieran cultivar un arte y crecer espiritualmente: la pintura, o la música en sus diferentes manifestaciones. Se trataba de formar un estudiante sensible, inquisitivo, solidario, caritativo.
Como servidor de Dios, fue uno de los gestores del Movimiento de Cursillos de Cristiandad en Tarija. Hoy, este movimiento tiene, en nuestra ciudad, un empuje sorprendente y es fermento activo para que aprendamos a conocernos mejor y a experimentar la presencia y el amor de Jesucristo.
Convencido de que el éxodo de jóvenes tarijeños a universidades del exterior y de todo el país no era sano para nuestra sociedad porque la desangraba, creyó en un proyecto: Tarija ciudad estudiantil. Incondicional defensor de la familia y convencido de que sólo en los claustros universitarios, en medio del debate, de los planteamientos dialécticos, de la investigación científica nace una corriente de pensamiento propio, fundó, en 1993, la universidad San Bernardo de la que fue su rector. El objetivo principal era que esa levadura de inquietud y fe juvenil sean las que, el día de mañana, funden una Tarija más justa y más segura de sus valores cristianos. Poco tiempo después, esta universidad se transformaría en la Universidad Católica San Pablo de Tarija. Mucho falta aún para que la universidad tarijeña sea el foco de un pensamiento creativo que enfrente los desafíos y retos que plantean el siglo XXI, pero él habrá sido el gran gestor de un movimiento indispensable para nuestra región .
Manuel Fariñas es hombre de varios proyectos a la vez. Junto con la profesora Maritza Navajas y un grupo de profesores comprometidos, en 1995, organizó el colegio Hno. Felipe Palazón del que fue asesor pedagógico y director académico. Y el colegio tiene su sello: el principal valor es el ser humano en su relación con la inefable bondad de Dios.
Después de diez años en el colegio y dispuesto a seguir enfrentando desafíos y nuevos sueños fue llamado por su congregación a la ciudad de Cochabamba y luego a Santa Cruz. Actualmente sigue trabajando por nuestra comunidad y por los desposeídos, cada día con un proyecto nuevo, sin amilanarse, sin abatirse y siempre dispuesto a demostrar que el amor obra por sobre todo bien.